En
la población en un horario específico, pasa viajando una chiquilla con otro
joven. Cada uno con sus bicicletas. Viajan de sur a norte en las mañanas
volviendo por las tardes cada día, siempre con una mochila, o un bolso con
cosas dentro. Hay vecinos que dicen que son vendedores de pan integral, o
hamburguesas. Que vienen de Lo Espejo, de la Caro. Y que por la vestimenta de
la jovencita, puede ser que escuche sex pistols, machuca, the clash, o flema,
ya que siempre anda con ropas ajustadas, tipo media punky pero muy abrigada en
estos tiempos. Es flaca y risueña y nunca tiene encendedor, o por lo menos la
vez que le pregunté me dijo que no.
Supe
por ahí que cuando está a la altura de Villa Sur, viaja infielmente detrás de
su compañero quien le lleva varios metros
de ventaja porque se enamoró de un vecino de por acá, entonces cada vez
que pasa por nuestra población mira su casa y éste le devuelve otra fijación
como si se conocieran de mucho tiempo.
Por
lo que me dijeron, el vecino anda como medio enganchao de la cabrita, y siempre
se pone en el pasaje a la hora en que tendrían que pasar. El pobre compipa
cletero anda como medio enojao, proporcionalmente a las risitas que se manda el
vecinito con la chiquilla. La verdad no tenemos claro si la viajera es pareja
de su acompañante, pero lo que sí sabemos es que recorría la comunidad bien
enamorá de mi vecino. Lo lamentable es que los últimos meses nadie ha visto a
la dupla de las ruedas, mientras el villasureño sigue esperándola en el mismo
pasaje pa hecharle la miraíta de cómplice.
Ernesto Antihual
Junio 2013
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