1.10.14

Las chiquillas.

A Violeta Parra, y al corazón mío.

Se juntaron veinte guitarras a conversar sobre quien tenía que tocarlas. Había una sola guitarrista, quien tocaba igual igual que Violeta Parra. Sí, en serio. 

Se juntaron y discutieron las veinte guitarras:

- yo tengo que ser la guitarra estrella de la artista. Mírenme soy la más linda, parezco una mujer.
- no es cierto, la cuarta cuerda está que se te rompe, ya te hicieron bolsa, mejor elijánme a mí; me han tocado en varias peñas, y he causado sensación.
- nada que ver dijo una tercera guitarra, yo he visto como te tocan, te desafinay al tiro, y más encima no tení cejillo, en cambio mírame, yo tengo cejillo, soy bonita, y puedo sonar en una orquesta.
- una cuarta guitarra le dijo; por lo mismo, ándate a una orquesta mejor, aquí estamos en la población, y no tení ná que hacer aquí.
- Todas se rieron hasta que una de las guitarras más mal hecha, nacía en el persa por un artesano a medias tintas dijo, miren maderas (por no decir cabras), yo vengo de todo el sol del viejo persa de la caro, he tocado con cuanto pendejo me ha probado, además estoy segura que todas quieren ser tocadas por la artista y nadie sabe quién es, ni siquiera saben si toca bien. Yo, como verdadera guitarra popular, sin marca les digo que soy yo quien hago a los artistas, yo puedo crear la nueva canción chilena, déjense de huear y déja tocar la cueca mierda!

 Las vanidosas se hicieron pal lao, y las callaítas quedaron mirando, al llegar la artista a la sede comunitaria, ella tomó la guitarra del persa de la caro y con el favor de la pena mía todas juntas sintieron que pena siente el alma a cien cuerdas en un arpegio de amargura y desesperanza.

Que pena siente el alma
cuando la suerte impía
se opone a los deseos
que anhela el corazón

Que amargas son las horas
de la existencia mía
sin olvidar tus ojos
sin escuchar tu voz

Y sin embargo a veces
la sombra de la duda
que por mi mente pasa
como fatal visión.


Ernesto Antihual
Octubre 2014


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