21.5.13

horizonte.

Tomarse una sopa calentita
con las manos heladas
mirando a la ventana
mientras la gata camina por allí.

Verse la manga del chaleco
para que no se manche
ver el vapor de la comida
y cucharear.

Y mientras el sabor viaja
por el cuerpo
y el calor
se instala dentro.

Piensas un segundo.
Luego lo olvidas.

Y dejas de pensar
y vuelves a comer y mirar
como los vecinos pasan 
por el pasaje
afuera del jardín.

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